CASOS REALES DEL MUNDO DEL TRABAJO

'Liderar desde el ego no resulta aconsejable...'
 
Por Mariano Tamagnini

Director de la división más rentable de la compañía, había sido reclutado por sus excelentes antecedentes académicos en una prestigiosa escuela de negocios europea y por una interesante experiencia en ventas. Pero a los dos años los resultados habían disminuido de forma alarmante, por lo que se decidió iniciar un proceso de coaching  con los principales ejecutivos a cargo. El director sostuvo que "solo había que cortar un par de cabezas y todo mejoraría", pero sus superiores se negaron y exigieron seguir adelante y dejar las decisiones drásticas transcurridos seis meses. 

La sesión inicial entre el coach a cargo y los ejecutivos implicados  fue tan tensa, que en las dos horas de duración solo salieron a la luz múltiples reproches cruzados entre los participantes, y un inquietante silencio del director, jefe de todos ellos
y dueño de la última palabra en cualquier decisión que tomar. Esta sesión de coaching grupal puso el foco, en primer término, en afianzar el concepto de «equipo», y luego, en rever el compromiso, objetivos de rendimiento y enfoque comunes...


Se descubrió que la interdependencia era más teoría que práctica, que la confianza entre los miembros había disminuido muchísimo y que, para evitar el conflicto, se negaban cuestiones básicas. El otro gran obstáculo que surgió fue la falta de ‘libre expresión’ y en consecuencia, la incapacidad de alcanzar un consenso en los temas clave. ¿El resultado? Un director omnipresente en quien se delegaba todo el poder.

Las siguientes sesiones arrojaron un dato claro: era el director quien debía modificar actitudes y estilos anclados en el ego. Así, nadie osaba contradecirlo porque era una forma indirecta de menospreciar al jefe y ganarse su enemistad. Esto llevó a los integrantes del equipo a formar un grupo cerrado, inmune a las críticas y donde el silencio imperaba por norma.
El coach trabajó en revisar la visión, misión y objetivos estratégicos, pero para ello hubo que generar canales de comunicación eficaces.

Cuando se puso sobre el tapete todos aquellos problemas latentes, las cuestiones interpersonales y la inexistente iniciativa personal afloraron de inmediato. 
Lo siguiente fue un proceso intenso de coaching ejecutivo con el líder de equipo, quien, en virtud de toda la información que había aparecido, no tuvo más remedio que trabajar en su autoconciencia…, pero esa es otra historia.

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